Los 132 trabajadores aún no saben si la situación se arreglará con una reducción de plantilla o la fábrica tendrá que cerrar
Desde que se aprobase el concurso de acreedores en Navidad el ánimo decayó con el retraso en el pago de las nóminas
Desde la pasada Navidad los 132 trabajadores de la empresa Muebles Salcedo de Viana no se atreven a mirar más allá de unos pocos días vista. "Es una situación de incertidumbre total. La gente se pone nerviosa, muchos no pueden dormir, otros no paran de darle vueltas", explica Juan Antonio Pascual Romero, presidente del comité de empresa (UGT) que lleva 41 años en la fábrica, desde 1969, el año en que la industria se trasladó a Viana desde Torrecilla de Cameros.
En esta ciudad empezó una vida laboral que ahora aparece llena de interrogantes.
Desde que el pasado 22 de diciembre el Juzgado Mercantil de Pamplona aceptase el concurso de acreedores voluntario de la empresa, los administradores aún no han determinado si ésta puede tener continuidad. En caso de que así sea, la dirección de la fábrica ya ha adelantado que será necesaria una reducción de plantilla, que cifra en medio centenar de personas. Una cruda alternativa: una parte de la plantilla o toda se quedará en la calle.
Una de las peores caras del dilema es que la edad media de los empleados de Salcedo está en torno a los 52 años, precisamente la barrera de las prejubilaciones. De hecho, la mayoría tiene más de 55 años y menos de diez no llegan a los 40, entre ellos dos miembros del comité.
Si ya es difícil vivir con incertidumbre, la realidad de una empresa en dificultades impone algunas pruebas de paciencia más. Por ejemplo, el final del mes de enero no llegó para los empleados de Salcedo hasta mediados de febrero, cuando por fin pudieron cobrar el sueldo de ese mes. Ahora confían en que la nómina de febrero llegue más pronto, esta misma semana. "Son los bancos los que también nos han estado asfixiando", explica José Miguel Martínez Vitoria, otro miembro del comité, en referencia a los problemas de liquidez de la empresa, que disponía de entre 0,8 y 1,2 millones de euros en efectos comerciales por pedidos entregados y que aún no había cobrado. "Pese a esas garantías los bancos nos cortaron la línea de crédito. Afortunadamente, se ha solucionado con un nuevo acuerdo con otra entidad", concluye.
Préstamo de millón y medio
Además, la nómina de los trabajadores de Salcedo ha adelgazado considerablemente desde que en mayo de 2009 aceptasen un recorte voluntario de salario del 30%, que la empresa debería empezar a devolver en 2013. En consecuencia, los salarios pueden oscilar entre los 900 euros de los operarios con más antigüedad a los poco más de 700 de los más jóvenes. "Muchos tenemos hijos estudiando y además llegan los recibos, la hipoteca y no se puede con todo", expone José Luis Monasterio, de LAB. El acuerdo se alcanzó hace dos años cuando la crisis golpeó a la empresa de lleno para evitar un recorte de la plantilla. "Y ahora nos debe una media de millón y medio de las antiguas pesetas a cada empleado", cuantifica Martín.
Por este y otros detalles, la plantilla de Salcedo tiene la sensación de que ha puesto bastante de su parte para tratar de paliar los apuros económicos de la empresa. "Sin embargo, creemos que los accionistas podrían hacer algún esfuerzo más. La sociedad ya ha puesto sus terrenos y propiedades como aval, pero los accionistas nunca han ofrecido su patrimonio como garantía, algo que hubiera podido ayudar a conseguir liquidez", comentan. Cuatro herederos de la familia fundadora son los propietarios de la mayoría del capital, y a partir de ahí la propiedad se disuelve en terceras y cuartas generaciones, explican los trabajadores, que sienten que los accionistas no se han implicado lo suficiente.
"La gestión de la empresa no ha sido seria", es el veredicto de José Luis Monasterio. Es más, los trabajadores creen que tiene futuro. "Es una fábrica modélica, que emplea tecnología moderna y con un producto que tiene una calidad/precio que es difícil encontrar en ningún sitio. Está preparada para salir adelante en el momento en que el mercado se reanime", indica con convicción el presidente del comité.
"Nosotros ya veíamos venir los problemas y hace dos años y medio propusimos a la empresa un acuerdo de prejubilaciones y bajas incentivadas que posiblemente hubiera evitado la situación en que estamos ahora", continúa. "Cuando ya habíamos hecho todos los cálculos, de repente nos dijeron que no, y eso no es serio", tercia Monasterio. Los trabajadores creen que lo que a la empresa le faltó fueron fondos para sufragar estas indemnizaciones. "Y ahora seguramente algunos tendrán que salir por mucho dinero menos", se lamenta Martín.
El momento decisivo
La fábrica está ahora a punto de terminar un ERE temporal que expira el 27 de marzo. Pese a que ha habido muchos meses en que no se ha aplicado, desde la declaración de concurso los pedidos han vuelto a flojear y ahora hay regulación los lunes y martes. "Es más tiempo aún para darle vueltas a la cabeza, hay que ocuparse, hacer algo, porque si no te vuelves loco", dice Jesús Antonio Sáez. Juan Antonio Pascual tiene el presentimiento de que para esa fecha, el 27 de marzo se sabrá algo del futuro de la empresa. Pero es consciente de que tampoco tiene por qué. "Hemos esperado ya tanto tiempo que ya ni sentimos la espada de Damocles de la cabeza", sentencia.
